jueves, 24 de febrero de 2011

MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLE

Figura. Aguas de la quebrada de la Cueva de las Pavas en Tingo María, Perú
Ing. M.Sc. Fernando S. Gonzáles Huiman
fsgh_dito@yahoo.es

El desarrollo sostenible puede ser definido como "un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades". Esta definición fue empleada por primera vez en 1987 en la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, creada en 1983. Sin embargo, el tema del medio ambiente tiene antecedentes más lejanos. En este sentido, las Naciones Unidas han sido pioneras al tratar el tema, enfocándose inicialmente en el estudio y la utilización de los recursos naturales y en la lucha porque los países - en especial aquellos en desarrollo- ejercieran control de sus propios recursos naturales.

En los primeros decenios de existencia de las Naciones Unidas las cuestiones relacionadas con el medio ambiente apenas figuraban entre las preocupaciones de la comunidad internacional. La labor de la Organización es ese ámbito se centraba en el estudio y la utilización de los recursos naturales y en tratar de asegurar que los países en desarrollo, en particular, controlaran sus propios recursos. En la década de los sesenta se concertaron acuerdos sobre la contaminación marina, especialmente sobre los derrames de petróleo, pero ante los crecientes indicios de que el medio ambiente se estaba deteriorando a escala mundial, la comunidad internacional se mostró cada vez más alarmada por las consecuencias que podía tener el desarrollo para la ecología del planeta y el bienestar de la humanidad. Las Naciones Unidas han sido unos de los principales defensores del medio ambiente y uno de los mayores impulsores del "desarrollo sostenible".

A partir de los sesenta se empezaron a concertar acuerdos y diversos instrumentos jurídicos para evitar la contaminación marina y en los setenta se redoblaron esfuerzos para ampliar la lucha contra la contaminación en otros ámbitos. Asimismo, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de Estocolmo, 1972 se incorporó a los temas de trabajo de la comunidad internacional la relación entre el desarrollo económico y la degradación ambiental. Tras la conferencia fue creado el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que hasta el día de hoy sigue siendo el principal organismo mundial en la materia. Desde 1973 se han creado nuevos mecanismos y se han buscado medidas concretas y nuevos conocimientos para solucionar los problemas ambientales mundiales.

Para la ONU la cuestión del medio ambiente es parte integrante del desarrollo económico y social, los cuales no se podrán alcanzar sin la preservación del medio ambiente. De hecho, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente es el 7 Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM).

Gracias las conferencias de la ONU sobre temas ambientales y al trabajo del PNUMA se han estudiado temas ambientales de gran importancia tales como:

  • La desertificación
  • El desarrollo sostenible y los bosques
  • La protección de la capa de ozono
  • El cambio climático y el calentamiento de la atmósfera
  • Agua, energía y recursos naturales
  • La biodiversidad y la pesca excesiva
  • El desarrollo sostenible de los pequeños Estados Insulares (islas)
  • El medio marino
  • La seguridad nuclear y el medio ambiente
  • Estados Insulares en Desarrollo (Islas)
  • Poblaciones de peces altamente migratorias y transzonales

En la actualidad, la conciencia de que es necesario preservar y mantener el medio ambiente se refleja prácticamente en todos los ámbitos de trabajo de las Naciones Unidas. La colaboración dinámica establecida entre la Organización y los gobiernos, las ONGs, la comunidad científica y el sector privado está generando nuevos conocimientos y medidas concretas para solucionar los problemas ambientales globales. Las Naciones Unidas consideran que proteger el medio ambiente debe ser parte de todas las actividades de desarrollo económico y social. Si no se protege el medio ambiente no se podrá alcanzar el desarrollo.

EL MEDIO AMBIENTE ESTÁ EMPEORANDO

En todos los sectores ambientales, las condiciones durante este último decenio no han mejorado o han estado empeorando:

Salud pública. El agua contaminada, junto con el saneamiento deficiente, causa la muerte de más de 12 millones de personas por año, la mayoría de ellas en países en desarrollo. La contaminación del aire causa la muerte de casi 3 millones más. Los metales pesados y otros contaminantes también causan problemas de salud muy extendidos.

Suministro de alimentos. ¿Habrá alimentos suficientes para todos? En 64 de los 105 países en desarrollo estudiados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la población ha estado creciendo más rápidamente que los suministros de alimentos. A causa de las presiones de la población se han degradado unos 2.000 millones de hectáreas de tierra arable, un área del tamaño de Canadá y Estados Unidos.

Agua dulce. La disponibilidad de recursos de agua dulce es limitada, pero la demanda sube desmesuradamente a medida que crece la población y se eleva el consumo per cápita. En 2025, cuando según las proyecciones la población mundial llegará a los 8.000 millones, la escasez de agua se hará sentir en 48 países con un total de 3.000 millones de habitantes.

Costas y océanos. La mitad de los ecosistemas costeros están sufriendo la presión de la alta densidad de población y el desarrollo urbano. En los mares de todo el mundo sube la marea de la contaminación. Las pesquerías oceánicas se explotan excesivamente y la captura de peces ha bajado.

Bosques. Se ha perdido ya casi la mitad de la cubierta forestal original del mundo, y todos los años se cortan, nivelan o queman otros 16 millones de hectáreas. Los bosques suministran anualmente más de US$400.000 millones a la economía mundial y son de importancia vital para el mantenimiento de ecosistemas sanos. No obstante, la demanda actual de productos forestales excedería en un 25% el límite para un consumo sostenible.

Diversidad biológica. La diversidad biológica de la tierra es de importancia crucial para la vitalidad continua de la agricultura y la medicina, y quizá incluso para la vida misma en este planeta. Pero las actividades humanas están ocasionando la extinción de muchos miles de especies vegetales y animales. Se estima que dos de cada tres especies están decayendo.

Cambios climáticos mundiales. La superficie de la tierra se está calentando a causa de las emisiones gaseosas de efecto invernadero, provenientes en gran parte de la quema de combustibles fósiles. Si la temperatura mundial se eleva de acuerdo con las proyecciones, el nivel de los mares se elevaría varios metros, causando extensas inundaciones. El calentamiento atmosférico mundial también podría causar sequías y perturbar la agricultura.

HACIA UN MUNDO HABITABLE

La manera de conservar o maltratar el medio ambiente podría determinar si los niveles de vida han de mejorar o deteriorarse. El número creciente de habitantes, la expansión urbana y la explotación de los recursos no presagian nada bueno para el futuro. Si no se practica un desarrollo sostenible, la humanidad encara la deterioración del medio ambiente y puede incluso provocar un desastre ecológico.

Adopción de medidas. Ahora mismo pueden tomarse muchas medidas que lleven a la sostenibilidad. Entre ellas, usar más eficientemente la energía; administrar mejor las ciudades; eliminar gradualmente las subvenciones que fomentan el despilfarro; aprovechar los recursos hídricos y proteger las fuentes de agua dulce; recolectar los productos forestales en lugar de destruir los bosques; conservar las tierras arables y aumentar la producción de alimentos mediante una segunda “revolución verde”; ordenar las zonas costeras y las pesquerías oceánicas; proteger las áreas de biodiversidad críticas (“hotspots”), y adoptar una convención internacional sobre los cambios climáticos.

Estabilización de la población. Si bien el crecimiento de la población se ha desacelerado, el número absoluto de habitantes continúa aumentando, a razón de aproximadamente 1.000 millones cada 13 años. El crecimiento más lento de la población ayudaría a mejorar los niveles de vida y daría más tiempo para proteger los recursos naturales. A la larga, para mantener niveles de vida más altos, el tamaño de la población mundial debe estabilizarse.

Población y desarrollo sostenible

Los ambientalistas y los economistas concuerdan cada vez más en que los esfuerzos por proteger el medio ambiente y por lograr mejores niveles de vida pueden estar estrechamente vinculados y se refuerzan mutuamente. La desaceleración del incremento de la población, especialmente en vista de la creciente demanda per cápita de recursos naturales, puede quitar la presión que soporta el medio ambiente y ganar tiempo para mejorar los niveles de vida sobre una base sostenible..

Aunque no está claro si el rápido crecimiento de la población causa a la larga pobreza, “es evidente que las altas tasas de fecundidad que conducen a una población de rápido crecimiento han de aumentar a corto plazo el número de personas que viven en la pobreza y llevarán en algunos casos a que sea más difícil escapar de la pobreza,” observa el investigador Dennis A. Ahlburg. Es difícil invertir para el futuro si todos los recursos se gastan en tratar de mantenerse a la par de las necesidades actuales de la población en rápido crecimiento.

Al desacelerarse el crecimiento de la población, los países pueden invertir más en educación, atención de la salud, creación de empleos y otras mejoras que contribuyen a elevar los niveles de vida. Además, al elevarse los ingresos, ahorros e inversiones individuales, se hallan disponibles más recursos que pueden incrementar la productividad. Se ha reconocido que este proceso dinámico es una de las razones fundamentales del rápido crecimiento de la economía de numerosos países asiáticos entre 1960 y 1990.

En los últimos años la fecundidad ha estado descendiendo en muchos países en desarrollo y, como resultado, el crecimiento anual de la población mundial bajó a alrededor del 1,4% en 2000, de aproximadamente el 2% en 1960. Según estimaciones recientes de las Naciones Unidas, la población está creciendo a razón de 78 millones de habitantes por año, menos de los 90 millones estimados a principios de los años noventa. Aun así, al ritmo actual, cada 13 años se agregan a la población mundial aproximadamente 1.000 millones de habitantes. En 1999 la población mundial sobrepasó los 6.000 millones y se proyecta que se elevará a más de 8.000 millones en 2025.

Mundialmente, las tasas de fecundidad han bajado a la mitad desde los años 60, con tres hijos por mujer. En 65 países, incluidos 9 del mundo en desarrollo, las tasas de fecundidad han descendido por debajo del nivel de remplazo de unos dos hijos por mujer. La fecundidad, empero, está por encima del nivel de remplazo en 123 países, y en algunos está considerablemente por encima del nivel de remplazo. En estos países la población continúa aumentando rápidamente.

Alrededor de 1.700 millones de habitantes viven en 47 países donde la tasa de fecundidad es, en promedio, de tres a cinco hijos por mujer. Otros 730 millones de habitantes viven en 44 países donde la mujer tiene, término medio, cinco hijos o más.

Casi todo el crecimiento de la población tiene lugar en el mundo en desarrollo. Como resultado de las diferencias existentes en el crecimiento de la población, en Europa la población declinará del 13% al 7% de la población mundial en la próxima cuarta parte del siglo, mientras que la del África subsahariana se elevará del 10% al 17%. Según las proyecciones, los porcentajes de las otras regiones serán más o menos como los actuales.

Al continuar aumentando la población y la demanda de recursos naturales, los límites ambientales se pondrán cada vez más de manifiesto. Se prevé que la escasez de agua afectará a casi 3.000 millones de personas en 2025, y que el África subsahariana será la zona en peores condiciones. Muchos países podrían evitar las crisis ambientales si tomaran ahora medidas para conservar y administrar mejor los suministros y la demanda, y al mismo tiempo ofrecieran a familias e individuos la información y los servicios necesarios para tomar decisiones razonadas sobre la salud reproductiva.

Si todos los países se comprometieran a esforzarse por la estabilización de la población y la conservación de los recursos naturales, el mundo sería más capaz de atender las exigencias del desarrollo sostenible. Para llevar a la práctica el desarrollo sostenible se requiere una combinación de inversiones públicas atinadas, un manejo eficaz de los recursos naturales, tecnologías agrícolas e industriales más limpias, menos contaminación y un crecimiento más lento de la población.

El mejor manejo de los recursos contribuye a proteger el ambiente y a conservar la capacidad productiva de la naturaleza. Las economías más fuertes pueden permitirse invertir más en la protección del ambiente. El crecimiento más lento de la población puede ayudar a acelerar el crecimiento económico y a conservar los recursos naturales.

CÓMO MEDIR EL IMPACTO DE LA POBLACIÓN?

No existe ninguna manera fácil de medir el impacto total de las actividades humanas en el medio ambiente. Se han ideado, empero, varios métodos con ese fin:

Contabilidad de los recursos ambientales

En la contabilidad de recursos ambientales se intenta dar un valor económico a los “bienes y servicios ambientales” utilizados, recursos naturales que habitualmente se han considerado gratuitos y se han aprovechado en común. Están incluidos entre ellos el agua dulce no contaminada, el aire limpio, la vida oceánica, los bosques y las zonas pantanosas. En un estudio reciente, Robert Costanza, de la Universidad de Maryland, estima que el valor total de los servicios y productos del ecosistema es de US$33 billones/año. Esta cantidad es superior al valor total de la economía global tal como se la mide normalmente (US$29 billones en 1998).

Algunos economistas argumentan que el valor de los bienes y servicios deberá incorporarse en las estimaciones del Producto Interno Bruto (PIB), como los bienes manufacturados. A diferencia del capital manufacturado, que se deprecia en valor con el tiempo, no se considera actualmente que el capital ambiental (como bosques, pesquerías y aire y agua no contaminados) se deprecie, y no se cobra por el ingreso actual al usarlo. “Un país puede agotar sus recursos minerales, talar los bosques, provocar la erosión de los suelos, contaminar los acuíferos y capturar las especies silvestres terrestres y acuáticas hasta extinguirlas, pero el ingreso medido no resultaría afectado al desaparecer estos bienes naturales,” observa Robert Repetto, del World Resource Institute.

Si los recursos naturales se valuaran de la misma manera que los bienes manufacturados, podría ayudarse a las economías a aprender a usarlos más eficientemente y a conservarlos a fin de asegurar su uso continuado en el futuro. Esas valoraciones también podrían ayudar a indicar los beneficios económicos que reporta la protección del medio ambiente así como los beneficios ecológicos. En otras palabras, en lugar de continuar reduciendo el “capital ambiental” hasta que se termine, las economías podrían comenzar a vivir de su interés, manteniendo el capital para usarlo por tiempo indefinido en el futuro.

I = P x A x T

La ecuación I = P x A x T representa otro esfuerzo por describir el impacto total de la humanidad en el medio ambiente. En la ecuación:

  • I es el impacto ambiental,
  • P es la población (incluido el tamaño, crecimiento y distribución),
  • A es el nivel de afluencia (consumo per cápita), y
  • T es el nivel tecnológico

Pese a sus limitaciones, como por ejemplo, la incapacidad para asignar valores reales a cada componente o para describir cambios en los factores a lo largo del tiempo, la ecuación es valiosa. Pone de relieve, en particular, que los países en desarrollo con poblaciones grandes y de rápido crecimiento afectan el medio ambiente, aunque sus niveles de afluencia sean bajos, mientras que los países del mundo desarrollado, con poco o ningún crecimiento de la población, tienen considerable impacto ambiental por ser tan alto el consumo per cápita.

La ecuación deja ver claramente que la desaceleración del crecimiento de la población es una parte fundamental de cualquier estrategia destinada a reducir el impacto de la humanidad en el medio ambiente. Por ejemplo, aun si el consumo de recursos per cápita (A) declinara o si las tecnologías (T) mejoraran lo suficiente como para reducir el impacto ambiental (I) de la humanidad en un 10%, esta ganancia se cancelaría en menos de un decenio porque la población mundial (P) está creciendo a más del 1% por año. Puesto que es previsible que el consumo de recursos per cápita ha de aumentar a medida que se elevan los niveles de vida, la protección del medio ambiente requiere tecnologías de producción más eficientes, menos desperdicio, y finalmente, un tamaño estable de la población mundial.

Huellas ecológicas de las naciones

La Huella Ecológica es un indicador de sostenibilidad de índice único desarrollado en 1995, Mathis Wackernagel y William Ress en la Escuela para la Planificación Comunitaria y Regional de la Universidad de la Columbia Británica, desarrollaron uno de los indicadores más famosos de los últimos tiempos llamado la “huella ecológica”, que nos revela cuál es la cantidad de hectáreas de tierra ecológicamente productiva (cultivos, bosques, ecosistemas) necesaria para producir los recursos que consumimos y para asimilar los residuos que generamos. Entre más grande sea la huella de una determinada ciudad o un país, más grande será también el impacto ambiental que provoca más allá de sus límites.

A partir de los cálculos de los autores, cada persona en el mundo cuenta con 1,8 hectáreas para producir lo que consume. Estos resultados se dan a partir de cuatro variables: el consumo de comida, de combustibles para movilizarse, de energía para la vivienda y de los recursos necesarios para producir los bienes y servicios demandados. Entonces, si la población mundial continúa creciendo como está previsto, para el año 2030 habrá 10 mil millones de personas y cada una dispondrá en promedio de sólo 0,7 hectáreas de tierra productiva. Preocupante, no?

Wackernagel y colaboradores calcularon las huellas ecológicas de 52 naciones que contienen 80% de la población mundial y representan 95% del producto interno mundial. Los investigadores concluyeron que los habitantes del mundo están usando aproximadamente un tercio más de la productividad biológica de la tierra que la que puede regenerarse.

Densidad máxima de población

Por “densidad máxima de población” se entiende el número de habitantes que la tierra puede sostener. Lógicamente, el crecimiento de la población debe detenerse en algún momento, o la tierra estará superpoblada y se agotarán sus recursos. Pero, ¿cuál es la población humana máxima?

Esta pregunta se ha estado debatiendo desde 1798, cuando el economista inglés Thomas Malthus pronosticó que en algún momento el crecimiento de la población sobrepasaría inevitablemente los suministros de alimentos y agua. Desde entonces las estimaciones sobre la población máxima han variado mucho, según qué supuestos se adopten respecto de la tecnología, niveles de consumo y otros factores que no son fáciles de pronosticar. Hay quienes incluso han argumentado que la densidad máxima de población puede ser ya excesiva en el sentido de que el mundo podría sostener sólo 2.000 millones de habitantes si la tasa de consumo del mundo entero fuera igual a la de los habitantes de Norteamérica y Europa Occidental.

Mientras nadie puede saber cuántos habitantes podría sostener la tierra, pocos querrían saberlo por experiencia propia, al llegar a este límite teórico. Parece menos importante calcular el número máximo de habitantes que podrían existir en la tierra que determinar cómo pueden aprovecharse atinadamente y manejarse de manera sostenible los recursos para mejorar los niveles de vida sin destruir finalmente el medio ambiente natural que sostiene la vida misma.

Ciudades de vanguardia

El rápido crecimiento de las ciudades en el mundo en desarrollo las coloca a la vanguardia de la lucha por niveles de vida mejores y la protección del medio ambiente. Desde 1950 la población urbana se ha triplicado con creces, de poco más de 750 millones a unos 3.000 millones. En 2030 unos 5.000 millones de habitantes vivirán en ciudades. En el mundo en desarrollo la población urbana, según las proyecciones, aumentará al doble, de 1.900 millones en 2000 a poco menos de 4.000 millones en 2030.

Mundialmente, unos tres cuartos del crecimiento actual de la población es urbana. Se estima que las ciudades están agregando 55 millones de habitantes por año, más de 1 millón de nuevos residentes por semana resultantes de la migración interna y del aumento natural de la población dentro de las ciudades. En los países en desarrollo muchas ciudades están creciendo dos o tres veces más rápidamente que la población del país en conjunto. A medida que las ciudades se vuelven cada vez más grandes, su impacto en el medio ambiente aumenta de manera exponencial.

El surgimiento de las megaciudades

En las Naciones Unidas se acuñó en los años setenta el término megaciudades para describir las ciudades con 10 millones o más de residentes. Todavía en 1975 había sólo cinco megaciudades en todo el mundo. Actualmente hay 19, de las cuales 15 se hallan en países en desarrollo. En 2015 el número de megaciudades se elevará a 23. “Las megaciudades han cautivado el interés del público porque no hay precedentes históricos de ciudades tan enormes y debido a la percepción popular de que el bienestar humano declinará en concentraciones humanas tan densas”, escribe el demógrafo Martin Brockerhoff.

Millones de personas se trasladan del campo a la ciudad en busca de una vida mejor, pero a menudo encuentran que la vida les resulta más difícil. En muchas ciudades, 25% a 30% de la población urbana vive en barriadas precarias o en asentamientos ilegales, o vive en la calle. De los 10,6 millones de residentes de Río de Janeiro, por ejemplo, 4 millones viven en asentamientos ilegales y en barrios pobres, algunos de ellos precariamente posados en lo alto de un cerro. Pese a todo, en los países en desarrollo las ciudades continúan atrayendo cada vez a más personas.

Las ciudades ocupan sólo 2% de la superficie terrestre del mundo, pero sus habitantes tienen un impacto desproporcionado en el medio ambiente. En Londres, por ejemplo, se necesita aproximadamente 60 veces la superficie que ocupa la ciudad para abastecer de alimentos y productos forestales a los 9 millones de residentes. Como el comercio y las actividades económicas se han expandido notablemente en los últimos años, los residentes de la ciudad consumen recursos provenientes no sólo de las zonas circundantes, sino cada vez más de todas partes del mundo. Las zonas urbanas también exportan sus desechos y contaminantes, afectando el medio ambiente y las condiciones de salud de lugares alejados de ellas.

¿Qué puede hacerse?

A la larga, la desaceleración del crecimiento de la población ayudaría a aliviar la presión ejercida en las ciudades, ganando tiempo para introducir mejoras tecnológicas. Las municipalidades también pueden tomar ahora una cantidad de medidas, como la instalación de mejores sistemas de transporte, la promoción del reciclaje y el estímulo a la conservación del agua.

Transporte público. Una de las mejores inversiones que pueden hacer las ciudades —tanto desde el punto de vista ambiental como del económico— es la que se destine a un sistema eficiente de transporte público. En numerosas ciudades la gente desperdicia mucho tiempo y combustible sin ir a ninguna parte debido a la increíble congestión del tráfico. En muchas zonas urbanas los escapes de los vehículos representan entre 50% y 70% de las emisiones contaminantes. Si se restringiera el número de vehículos automotores mediante el ofrecimiento de otros medios de transporte se ahorraría energía y se reduciría la contaminación. Algunas ciudades como Amsterdam y Copenhague, por ejemplo, han ayudado a mitigar la crisis del transporte mediante la creación de carriles especiales para el tránsito de bicicletas y el fomento del uso de éstas.

Reciclaje. La transformación de montañas de desechos urbanos en nuevos recursos es ventajosa tanto desde la perspectiva ambiental como económica. Mediante el reciclaje se ahorran recursos naturales y se reduce la cantidad de desperdicios depositados en los basurales o volcados en los ríos, lagos y océanos. Cabe añadir que por cada millón de toneladas de desechos sólidos podrían crearse unos 1.600 puestos en tareas de reciclaje tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados.

Conservación del agua. El uso per cápita de agua dulce aumenta notablemente con la urbanización, a medida que millones de familias van obteniendo acceso al agua corriente, las industrias se multiplican y la agricultura de regadío en gran escala remplaza a la agricultura de subsistencia. En todas partes las ciudades necesitan adoptar medidas de conservación del agua.